RUINAS CON HISTORIA: EL CASERÓN DEL PINO


Autor: Manuel Perales Solís

En el pago de Cerrada, muy próxima a la confluencia del cordel de Marmolejo con el conocido como de la Loma de Las Candelas se alzaba la casería del Pino, en la actualidad totalmente  en ruinas, pues  según algunos testimonios recabados,  dejó de estar habitada, hace ya unos 80 años, por “caseros aculados” que estuvieron  al servicio de la casa de  Catalina Navarro Parras, hacendada local, oriunda de Arjona, quien la había heredado de sus antepasados.

Esta casería,  ubicada junto a la linde de levante de la finca, muy próxima al camino procedente de Marmolejo, debe su nombre a la explotación olivarera donde se encuentra, finca del Pino, conocida así por hallarse sobre una de sus lindes, el centenario y espectacular pino de Mazuelo,  visible desde el emplazamiento de la casa. Actualmente solo podemos apreciar sus dos muros laterales (mejor conservado el de la fachada del poniente y más desgastado el de levante) que daban apoyo a las vigas maestras de su tejado a dos aguas.

Era un edificio cuyo cuerpo principal estuvo  ejecutado  de tapial de cal y canto de color rojizo, en sintonía con los suelos rojos predominantes  en la zona  y que se utilizaron en la argamasa. Sus esquinas , sin embargo, aparecían reforzadas de sillares esquineros de piedra azucareña, adivinándose también la presencia de zócalos de molinaza  en el arranque  de los muros de sus dos fachadas principales. Por la altura de uno de los muros laterales del cuerpo principal de la casa, parece que dispuso de una segunda planta destinada probablemente a cámaras o pajares. En su flanco este se adivina la existencia de establos  y de corrales para  cochinos y aves de corral.

Dado su actual estado de deterioro resulta difícil imaginar cual sería la fachada principal de acceso a sus estancias, si bien podríamos pensar en una orientación de la misma sur-suroeste, tal como vemos en el resto de edificaciones conservadas en esta zona de la sierra.  Muy probablemente la casa contaba, en su flanco sur, de muretes de tapial que le procuraban  cierta protección frente a ladrones o a posibles asaltos de  partidas de bandidos  y de guerrilleros, ya que ese recurso defensivo se repite,  en estos convulsos años del XIX,  en las construcciones ejecutadas  durante  las primeras plantaciones de olivos, caso por ejemplo, del Ecijano, casería de Mazuelo y de Aguilera.

En relación al marco de plantación de las olivas corresponde al patrón utilizado en esos años, (15×15 desde el centro de las patas), es decir amplias camadas que permitieron la siembra de cereales entre los olivos para obtener así dos cosechas, sobre todo en los años en que las estacas  se encontraban aún en crecimiento y su vuelo era pequeño. Es por ello que desde cualquier parte de la finca podamos contemplar las bellas perspectivas de su entorno: Sierra Morena al norte, el embalse del Yeguas a poniente y la campiña y montañas de la Subética hacia el mediodía.

Como hemos apuntado, por sus cercanías, discurrían dos caminos o cordeles de gran trasiego, no sólo de los jornaleros de las fincas del entorno (Loma de las Candelas, Pizarro y Valdemojinos), sino igualmente de arrieros y gentes de sierra que  utilizaban estos ancestrales cordeles para acortar los desplazamientos hacia los  olivares montoreños del sector norte del Charco del Novillo, donde habitualmente se emplearon braceros marmolejeños (Labraillas  o  Los Miñones);  o bien para dirigirse hacia Venta del Charco y Cardeña aprovechando  los vados transitables del río de las Yeguas  por la zona  del Piruetanar y Pozas Nuevas.

 Ambos caminos  continuan confluyendo en nuestros días  en el  sitio del Toril, punto elevado de inflexión entre las cuencas del Yeguas y  Guadalquivir: uno  de ellos procedente  del puente de Marmolejo, transitaba por la vertiente izquierda del arroyo del Agua,  y se bifurcaba en la zona de Lotoro, con un ramal hacia la loma de Aguilera y el Castillejo, mientras que  el de la Loma Candelas comunicaba la antigua dehesa de Propios de Cerrada  con la sierra, cruzándose, a la altura del Ecijano, con el  cordel que daba acceso al Charco del Novillo a través de un viejo puente en el  río de las Yeguas  Este camino,  ascendía por la cuesta de Polo y  proseguía por las fincas de Olaya y La Campana,  coincidiendo en gran parte de su trazado con  la carretera de Cardeña ejecutada en los años finales del XIX.

Existía aún un tercer sendero o vereda de herradura que daba acceso a las plantaciones de la serranía, muy utilizado por trabajadores y propietarios con olivos en el entorno del arroyo del Agua y zona de Mazuelo. Partía desde los huertos del Lobo y ascendía paralelo al citado arroyo enlazando con el cordel procedente de Marmolejo entre las fincas de Lotoro y Mazuelo.

Plano general de la zona: 1): Ubicación de la casería del Pino; 2): Ruinas de Lotoro, 3):
Ubicación de la desaparecida casería de Mazuelo; 4): Ruinas de Valdemojinos. 5): Ubicación de
la desaparecida casería de Aguilera, 6): Los puntos azules representan las ubicaciones de
ruinas de distintas casillas de labor.

Podemos imaginarnos, por tanto, un lugar muy concurrido fundamentalmente porque son años en que, casi a diario, se siguen plantando nuevas estacas; se realiza el cuido o el mantenimiento de las ya plantadas y se empiezan  a recolectar las que, desde el siglo XVIII, vienen dando  sus frutos. Para ello los propietarios de estos predios permitieron  a sus jornaleros  levantar humildes casas de labor de piedra de azucareña con tejados de monte,  donde  vivir en los periodos de más trabajo en los olivares. Muchas de estas ruinas aún son visibles por todo el sector comprendido entre el arroyo del Agua y  el camino de La Loma. Dicha  circunstancia nos delata la existencia de un considerable número de familias, habitando en el entorno del Pino y de Mazuelo desde muy antiguo. Aún recuerdo la fecha existente en la pequeña espadaña de la desaparecida casería de Aguilera, en el norte de este sector olivarero, donde aparecía grabado el año de 1774. En esos mismos años se situaría la construcción del viejo caserón del Pino y de otras construcciones vecinas.

Propiedad de los condes del Prado:

Los  orígenes como hacienda de olivar de la finca del Pino muy bien podríamos ubicarlos cronológicamente en torno a esos años de finales del XVIII, momento en que se están realizando, como digo, las primeras plantaciones de olivos en la zona norte del pago de Cerrada, siendo su propiedad  del primer conde del  Prado, pues a lo largo de la siguiente centuria continuaba en manos de los herederos/as de don Pedro de Soto Cárdenas, primer conde, caballero de la orden de Calatrava y capitán del Regimiento Provincial de Jaén, a quien Carlos IV le concedía en 1795, el título de Conde del Prado:  “por el mérito y servicios contraídos por él mismo y sus hermanos D. Joachín y D. Jacobo” (1).  Junto a esta finca, la casa del Prado  fue propietaria  igualmente de otros predios en el término de Marmolejo como más adelante veremos.

A la altura de 1810, en plena ocupación de Andalucía por  las tropas francesas, el conde del Prado aparece como uno de los mayores contribuyentes de la ciudad de Andújar y su comarca, correspondiéndole realizar aportaciones pecuniarias, a la altura de enero, por valor de 10.250 reales y de 4.000 en el repartimiento de treinta de marzo exigido por el Ayuntamiento de la ciudad para abastecimiento de las tropas de ocupación (2).  Casi con total seguridad, el Ayuntamiento de Marmolejo se vio obligado igualmente a imponer este tipo de contribuciones extraordinarias a los mayores hacendados del término, pero desconocemos su existencia y cuantía al faltar las actas capitulares de esos años.

Tras la muerte de la tercera condesa, doña Isabel de Soto y Cárdenas, Don Manuel López de Sagredo, juez de primera instancia de la ciudad de Andújar y su partido, hacía saber: “que en virtud del exorto del juez de primera instancia del distrito de Palacio de la Villa y Corte de Madrid, y a solicitud de la comisión nombrada por los acreedores a la testamentaria de la Sra. Condesa, se sacaban a subasta, para su remate a venta, diferentes predios rústicos y urbanos que se situan en esta ciudad y villas de Arjona, Arjonilla, Marmolejo, Torredonjimeno y sus términos. Firmado en Andújar a 8 de mayo de 1850” (3). Previsiblemente a partir de esos momentos la casa del Prado empezó a perder parte de su patrimonio rústico, aunque  no ésta  del Pino y otras en la Herradura y el Barranco de la Romana.

 Isabel de Soto y Cárdenas, tercera condesa del Prado, estuvo casada con Simón Manso y Español, militar carlista , afín a las pretensiones  antiliberales de Carlos III y a sus aspiraciones al trono de España. Había nacido en 1778 en Alagón y falleció en su exilio en Módena (Italia) en 1850. Esta mujer expresó en diversas ocasiones igualmente su afinidad  con el aspirante a la corona frente a los derechos a la sucesión de Isabel II, hija de Fernando VII (4).

Respecto a su hija y heredera del título, doña Petra Manso y Soto,  casó con D. Luis Solís y Manso , marqués de Rianzuela. Petra fallecía en Madrid el doce de junio de 1873 cinco años después que el marqués, cuya muerte le sorprendió en Jerez de los Caballeros, de donde era natural.

Anocheciendo en la casería del Pino.
Ruinas de la casería del Pino.
El pino Mazuelo desde el emplazamiento de la casería.

En mayo de 1883, volvemos a tener noticias de la hacienda del Pino a través de la solicitud de inscripción que se formaliza ante el juez de primera instancia de Andújar, don Francisco Martínez Cantero. Dice así: “Hago saber que se sigue expediente a instancia de  D. Luis María de Solís y Manso de Soto (5), quinto conde del Prado, VII marqués de Rianzuela y IX conde de Benazuza, representado por su hijo político José Garcés de Marcilla, conde consorte de Benazuza, para  la inscripción  dominical  de las siguientes fincas en el término de Marmolejo:  “Hacienda El Pino de 1.766 olivos, 21 hectáreas, 69 áreas y 2 celemines, equivalentes a 38 fanegas, más 17 hectáreas, 12 áreas y 70 centiáreas, igual a 30 fanegas de tierra de monte, y en ellas hay plantadas 220 estacas, con una casa para guarda y aceituneros, que linda al saliente con olivos de D. Santiago Gómez y arroyo de la Umbría de los Negros; al norte con otros de  doña Manuela Delgado; al poniente con otros de D. Narciso García del Prado y Señor marqués del Contadero y al mediodía con otros de D. Vicente Mazuelo y D. Manuel Venceslada.

-Otro olivar en la Herradura con 2.421 olivos, 30 hectáreas, 25 áreas y 4 centiáreas. Está dividida en tres cuartos: el de la Herradura con 890 olivos, el del Medio con 808 olivos y un tercero con 723 olivos. Linda al norte y oeste con olivos de doña Francisca  Castejón y al sur y este con tierras del conde del Prado que poseía en el sitio conocido como Barranco de La Romana”.  Igualmente se solicitaba el registro de una vivienda situada en la ciudad de Andújar, en la calle Santa Ana, nº 5, donde previsiblemente residían los condes en sus estancias en Andújar.

Las citadas fincas, se dice en la solicitud de inscripción, “las adquirió el señor marqués de Rianzuela por  herencia al fallecimiento de su madre, la Excma. Sra. Doña Petra Manso de Soto, condesa del Prado”  que estuvo  domiciliada  en Madrid en la calle de Hortaleza, según la Guía de forasteros de Madrid del año 1859 (6).

A la condesa, le sucedió su hijo Luis María de Solís y Manso que en 1888 cedió el título al hacendado arjonero,  Fernando López de Ayala y Talero, VI conde del Prado, aunque El Pino  continuó en poder de los herederos del marqués de Rianzuela hasta su adquisición por Teodoro Martel Fernández de Córdoba, conde consorte de Villaverde la Alta. Fernando López de Ayala dispuso de diversas propiedades olivareras en los términos de Arjona, Arjonilla. En el término de Marmolejo mantenía hacia 1905, según el Catastro de Rústica, la propiedad de la finca denominada “El Saltillo”, de 14 hectáreas de tierra calma, que se extendía desde la antigua carretera de Andalucía (General Vieja) hasta las proximidades  del cortijo de San Julián por la zona de los Pechos de Ropero.

La adquisición por los condes de Villaverde la Alta y el embargo por la banca Brochetón:

Ignoramos la fecha en que el conde compra esta propiedad, sin embargo,  sabemos el año en que ha de desprenderse de ella, y de otras más, en el término de Marmolejo  como consecuencia de los embargos que recayeron sobre un gran número de sus bienes patrimoniales, la mayoría de ellos titularidad de su esposa, María Teresa Bernuy y Jiménez de Coca fallecida en Madrid el 9 de mayo de 1887 a la edad de 47 años, hecho luctuoso que debió de suponer el principio del declive de la casa de Villaverde la Alta (7).  La emotiva y sentida necrológica publicada en el “Diario Córdoba” resaltaba las virtudes de esta señora, cuya muerte iba a suponer un antes y un después en el devenir de Teodoro Martel: “La Excma. Sra. Condesa de Villaverde la Alta, doña María Teresa Bernuy y Coca deja grandes ejemplos que imitar por sus virtudes cristianas. En la del Sagrado Corazón de Jesús de Tarragona, era conocida por “La condesa de La Virgen”. Su mayor consuelo era enjugar las lágrimas del infortunio.Ella edificó a su costa la iglesia auxiliar de Marmolejo cuyos ornamentos y vasos sagrados llaman mucho la atención por su riqueza y valor artístico. Presidiendo el duelo, que fue numerosísimo, en Madrid, sus hermanos políticos y estimados amigos nuestros señores conde de Torres-Cabrera y marqués de Villaverde. Entre los concurrentes figuraban hombres notables de varios partidos, como nuestros antiguos amigos, señores marqués de la Vega de Armijo (8) y general Quesada (9). Las iglesias por donde pasaba el cortejo abrían sus puertas al doble de campanas, mostrando encendidos sus altares. Las tiernas hijas de la que hoy se llora difunta, con energía superior a su corta edad, no se han apartado del lecho del dolor, asistiendo y curando con sus manos a su honrada y cariñosa madre, el terrible cáncer que le devoraba el pecho, compartiendo así los cuidados del amante esposo y del hijo solícito que hubiera querido con su vida, prolongar la de aquel ser que era el alma de su alma” (10).

Ruinas de las casería de Lotoro, junto al arroyo del Agua.

Desde 1895, los hermanos Leonardo y Agustín Brocheton, banqueros parisinos de origen vasco (11), sacaban a pública subasta, para su venta, un conjunto de cuarenta fincas urbanas y rústicas en el término de Marmolejo, en su mayor parte de olivares, pertenecientes a Teodoro Martel, conde viudo de Villaverde La Alta. Entre ellas se encontraba la hacienda del Pino.

Los Brochetón, antiguos avalistas del conde, y muy probablemente personalidades de su círculo de amistades en París, gestionaron este patrimonio embargado por su banca hasta el año de 1903,  teniendo como hombre de confianza en Marmolejo a Ramón Valle Díaz, propietario e industrial con fonda en la calle Maestro. A partir de ese año las propiedades embargadas fueron compradas por José Domingo Navarro Salcedo, hacendado de Arjona y gran contribuyente de aquella ciudad, abuelo paterno de doña Catalina Navarro Parras, conocida popularmente en Marmolejo como  “La Aviadora”. Dichas propiedades, según la providencia del juez de primera instancia del distrito de la Inclusa de Madrid: “Por razón de las hipotecas con que están gravadas, se dividen para su remate en dos lotes, a saber: Primer lote. Se compone de una casería y molino aceitero con varias dependencias en el pago de Cerrada (se refiere a la hacienda de La Marquesa) y de veintiséis fincas o cuartos de olivar en diferentes sitios de dicho término, cuya tasación en junto, asciende a la cantidad de 149.835 pesetas. Segundo lote: compuesto de una casa en la plaza del Coso número 2; un molino aceitero contiguo a la misma, señalado con el número 3; varios cuartos ó suertes de olivar y la hacienda llamada del Pino valoradas en 126.851 pesetas y 30 céntimos. Madrid a 29 de Marzo de 1895. El Juez de primera instancia Luis Regolier”(12).

El trece de noviembre de 1903 se efectuaba la venta de las fincas embargadas y sacadas a pública  subasta en 1895. Las adquiría el referido José Domingo Salcedo en la ciudad de San Sebastián, tras ser levantadas las correspondientes hipotecas que pesaban sobre ellas (13) ante el notario del colegio provincial de Guipúzcua , don Segundo Berasategui. Por la parte vendedora compareció Agustín Brochetón y Muguruza,  mayor de edad, soltero, rentista, y vecino de París, quien llevaba también la representación de su hermano Leonardo, viudo, e igualmente residente en París (14).

La casería del Pino, convertida hoy en una ruina de aspecto romántico, quedó abandonada definitivamente en los años iniciales de la década de los cincuenta del siglo XX.  El paso de los años aún no ha borrado del todo su recuerdo. Todavía uno de sus muros más esbeltos, perfectamente realizado  en tapial, siguiendo las técnicas constructivas heredadas de los árabes, sobresale sobre el horizonte olivarero del pago de Cerrada como testigo de una época en que se produce una verdadera transformación del  paisaje adehesado de nuestra sierra y una auténtica revolución en la cultura productiva de nuestros antepasados. Al fin y al cabo la extensión de las explotaciones olivareras iba a suponer un acicate para el crecimiento económico de la comarca con un incremento sustancial en la riqueza patrimonial de nobles y burgueses, pero también una indudable oportunidad de trabajo y de prosperidad para el conjunto de los estratos sociales más humildes. En la actualidad sigue siendo propiedad de los  herederos de doña Catalina Navarro Parras.

Notas, fuentes y bibliografía:

(1) “Mercurio de España”, mayo de 1795. Editado en Madrid en Imprenta Real.

(2) Pérez García, Luis Pedro: “Andújar y el largo siglo XIX”, páginas 51 y 52. Edita: Consejería de Educación y Ciencia. Andújar, año 2000.

(3) Boletín Oficial de la Provincia de Jaén de 15 de mayo de 1850.

(4) Periódico “La Esperanza”, fundado en Madrid en 1844, de 19 de marzo de 1855.

(5) Luis María de Solís y Manso falleció en París el 5 de febrero de 1892. El título de conde de Benazuza lo heredó de su padre y él lo cedió a su hija Petra Solís y Acuña. Fue un diplomático con cargo en la embajada de España en Roma.

(6) “Guía de Forasteros de Madrid”, año de 1859.

(7) Diario Córdoba, de 8 de mayo de 1890, número 12341. Necrológica del tercer aniversario de la muerte de la condesa.

(8) Se refiere a Antonio Aguilar y Correa (Madrid 1824-1908). Perteneció al Partido Liberal. Fue ministro de estado en tres ocasiones con Práxedes Mateo Sagasta.

(9) Se refiere al general Genaro de Quesada y Matheus, ministro de Guerra en 1884-1885 con Canovas del Castillo.

(10) Diario Córdoba, nº 11319, de 15 de mayo de 1887.

(11) Véase artículo sobre “El altozano del Coso” en la web “El Lugar de Marmolejo”).

(12) BOP de Jaén, de 6 de abril de 1895.

(13) Véase el artículo sobre la “Burguesía Agraria Local” en la web “El Lugar de Marmolejo”).

(14) Archivo de Protocolos Notariales. Escritura de compraventa, firmada en San Sebastián, el 13 de noviembre de 1903. Páginas 6.467 a 6.512).

Fuentes:

-Catastro de Rústica de 1905. Archivo Histórico Provincial de Jaén. Legajo 9204.

Bibliografía:

-Perales Solís, Manuel: “La Villa de Marmolejo en el reinado de Alfonso XIII: 1900-1931”. Edita el autor, año de 2002. Imprenta Reca.

-Perales Solís, Manuel: “Los condes de Villaverde la Alta”, “El Altozano del Coso” y “La Burguesía agraria local: el arjonero José Domingo Navarro Salcedo”. Artículos publicados en la página web, “El lugar de Marmolejo”.

-Artola, Miguel: “La burguesía revolucionaria (1808-1874). Colección Historia de España Alfaguara V. Editorial Alfaguara y Alianza Editorial. Madrid 1977.

-Martínez Cuadrado, Miguel: “La burguesía conservadora”. Colección Historia de España VI. Ediciones Alfaguara y Alianza Editorial. Madrid, 1978.

-Pérez García, Luis Pedro: “Andújar y el largo siglo XIX”. Edita: Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía. Gráficas del Moral, año 2000.