Las letrillas de las canciones populares marmolejeñas

-Manuel Perales Solís-

Letrillas de las murgas carnavaleras:

-De crítica social y política (*):

Murga de comienzos del siglo XX:

“Vamos a contar un chasco

que hace pocos días que se presenció:

un marido a su mujer,

por causa del vino,

un tiro le dió.

Las vecinas que lo oyen,

salen a la puerta muy desesperás.

Se dicen unas a otras:

-Ha sido el municipal.

La suegra fue a la nuera

a conformar:

-Tú te quedas con mi hijo,

que ya no lo hace más.

Y ella le dice:

-No puede ser,

yo me voy con mi hermana

y usted se queda con él”.

Murgas de la 2ª República:

“Somos los murguistas

hombres muy valientes.

Hace ya más de tres años

que no comemos caliente.

Y el del clarinete, dijo una mañana:

!Qué ganicas tengo de comer arroz con pava!

!Y un buen cocido!,

-dijo el del tambor-.

Y al oir estas palabras

cayó desmayado el Señor Director”.

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Somos la murga la olla

que anda con el pan a trechas

desde el año treinta y tres,

que ganaron las derechas.

Hemos pasado más hambre

este año en la aceituna,

que pasaron nuestros padres

cuando la guerra de Cuba.

No hemos podido juntar

“pa” el alquiler de la casa,

y vamos a tener que dormir

en un poyo de la plaza.

(*) Estas dos letrillas corresponden a los carnavales del año de 1934 y 1935. Me las transmitió el marmolejeño ya fallecido Vicente Nieves Pastor, hortelano de profesión en el pago de las “Turrunteras”. En noviembre de 1933 se celebrarían unas elecciones generales que dieron lugar a un vuelco electoral con mayoría de los partidos de centro-derecha. Ello propició el freno inmediato a muchas de las políticas reformistas de contenido social impulsadas durante los gobiernos social-azañistas, secularmente solicitadas por la clase trabajadora campesina, con la consecuente paralización de los decretos de Reforma Agraria, el de fincas manifiestamente mejorables, la ley de Términos Municipales y las leyes de Laboreo Forzoso. Todo ello unido a malas cosechas provocó situaciones de extrema necesidad entre la clase jornalera local.

La segunda letrilla hace mención al alquiler de las casas, procedimiento habitual para acceder a la vivienda para la clase obrera, y a los poyos de la plaza del Amparo. La mayoría de los jornaleros marmolejeños vivían en cuartos alquilados, dándose el caso de que en una misma casa podían vivir hasta cuatro o cinco familias. Estos alquileres se renovaban de “San Juan a San Juan”. 

(*) Esta letrilla, también transmitida oralmente por Vicente Nieves Pastor, corresponde igualmente a 1935 y refleja el descontento obrero con la actitud de los patronos que no daban trabajo en sus fincas a los obreros adscritos al Centro Instructivo Obrero y sí a aquellos que pertenecían al Centro Republicano de la calle San Antonio, sede social del Partido Radical y de la organización patronal “Asociación de Labradores”. Estos obreros “desclasados”, fueron conocidos como “ratones” o “traidores”, y al Centro Republicano se le llamó también como “La ratonera”.

En la primavera de 1934, el día de San José, entre las 9,30 y 10 de la noche, su sede social era objeto de las iras de un grupo de afiliados a las Juventudes Socialistas que manifestaron su descontento con la colocación de un artefacto casero compuesto de dinamita y metralla, que explosionó en el zaguán del citado Centro Republicano, produciendo daños materiales en su interior y también la rotura de cristales en el hotel “Cuatro Naciones”, justo en frente. El objetivo era amedrentar a los afiliados al Centro Republicano por las prácticas de los patronos protestando, al mismo tiempo, ante la inminente supresión de la Corporación de mayoría socialista, por orden gubernativa, que se produciría el día 25 de marzo de 1934.

El término “pelusos” de esta letrilla hace mención a la costumbre existente entre la clase jornalera de cortarse el pelo al cero, práctica habitual que se recomendó por razones higiénico-sanitarias, para así evitar los frecuentes contagios de piojos y pulgas, abundantes en exceso, dada la proliferación de animales de labor y “de corral” que se alojaban en cuadras y corrales de las casas de la villa. 

Los patronos de este pueblo

gastan mucha postestá

porque dicen que

no puede nadie con el capital.

Y si le pides trabajo

te dicen que no te dan;

que el trabajo es solamente

“pa” el que hay en la patronal.

Toditas estas palabras

sólamente por un traidor,

que dice que los “pelusos”

coman orujo y ramón.

Canciones de sátira social:

La moda de las melenas

es una barbaridad

porque cría la cabeza

bichos, liendres y demás.

Vamos a contar un caso

que vimos el otro día;

una madre muy curiosa

a su hija le decía:

“¡Anda!, vete que te pelen

aunque sea con el cero,

que te dejen la cabeza

como el culo de un puchero”.

Pero el maestro contesta:

-niña te has equivocao,

porque yo no estoy dispuesto

a matar tanto ganao”-.

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Estábamos la otra noche

sentados en la taberna.

Vimos pasar una viuda

muy arreglada y ligera.

A nosotros nos extrañaba,

porque ella nunca iba así.

Tratamos de perseguirla

y la vimos penetrar

por una calle sin salía.

De pronto quedó pará

y tocó el pito de una tuba

y la subieron con dos sogas

por la puerta de un “pajá”.

Acuarela de un atardecer en Marmolejo. Por Robles

La canciones de ruedas:

Especial interés presentan por su belleza y alegría en sus entonaciones las letrillas de ruedas que eran cantadas, la mayoría de las veces, sin instrumentalización alguna. Eso sí, se tarareaban con estribillos muy pegadizos que todo el “corro” debía de saber. Las ruedas eran el lugar de encuentro de los vecinos de una calle y a veces de un barrio entero y en ellas podían participar gentes de todas las clases sociales y edades, aunque fundamentalmente fueron las personas de los estratos sociales más humildes quienes usaron esta ancestral fórmula para divertirse y “tirar los tejos” para entrar en relaciones amorosas posteriormente con la persona deseada.

Consistía en formar un “corro” de personas asidas por ambas manos que se cerraba adquiriendo una figura circular. Este corro se movía hacia un lado u otro, según exigiese el guión, al tiempo que los participantes entonaban alegres cánticos cuyos temas iban casi siempre vinculados al tema amoroso. Tuvieron lugar durante el final del invierno, coincidiendo con la terminación de la campaña de las aceitunas y el arranque de las podas en los olivos. Su momento culmen lo alcanzaban la noche de la Candelaria, aunque solían alargarse hasta el domingo de “Piñata”, momento en que los corros incorporaban un curioso juego, ya desaparecido, de tirarse los botijos inservibles, a manera de balón. La persona que rompía el botijo tenía que abandonar el juego.

La gallina ciega”. Cuadro de Francisco de Goya pintado en 1789. Fuente: Museo del Prado de Madrid.

La mayoría de las letras de ruedas que a continuación se recogen me fueron transmitidas por la marmolejeña María Nieves Cañaveras; muchas de ellas están incompletas y sólo se conservan los estribillos. El tema predominante fue la insinuación amorosa, siempre impregnada de picardía y doble intención y, cómo no, los celos entre enamorados:

“Si sí, con el sisí.

Sasá, con el sasá.

La que no tenga novio,

no se puede casar.

No se puede casar,

Ni tampoco reir.

La que no tenga novio,

que se vaya de aquí;

que se vaya a Lopera.

Que aquí no hay tantos mozos,

para tanta soltera”.

   “ Anda y vete con la otra

supuesto que tienes dos.

La otra tiene dinero

y eso no lo tengo yo.

Estribillo:

Todos los hortelanos son pataletos

Porque pisan las matas de los pimientos.

La mujer que quiere a dos

no es tonta, que es advertida.

Si una vela se le apaga

otra se queda encendida.

Estribillo:

Todos los hortelanos son pataletos….

Míralo por donde viene

el que pilla toa la calle,

aunque es bajito de cuerpo

lo quiero más que a mi madre.

Estribillo:

Todos los hortelanos son pataletos…

A mi suegra de coraje

le he echao una maldición,

que se le pierda su hijo

y que me lo encuentre yo.

Estribillo:

Todos los hortelanos son pataletos…

     “Me encontré con un Manué

que él subía y yo bajaba.

Yo le dije: ¡Adiós, Manué!

Y él me dijo: ¡adiós salada!”.

Estribillo:

Tres novios tengo,

los tres me quieren,

salgo a la puerta,

ninguno viene

¡Ja, ja, ja..!

Cuando mi madre me dice:

¡chiquilla, cierra la puerta!

hago como la cierro

y luego la dejo abierta”.

Cuando un arriero llega

a la puerta de una posá (da)

lo primero que pregunta es:

si es guapa la criá(da).

Estribillo:

Que yo quiero subir

al barco, marinero.

Que yo quiero subir,

si no de pena muero.

Este estribillo también se cantó con letras como éstas:

“Parecen los mocitos

con el bigote,

cochinillos de destete

que van al monte.

Estribillo:

Que yo quiero subir…

“El de la gorra, que corra.

El del sombrero, ligero.

A mí me gusta la gorra,

porque tiene más salero.

Estribillo:

Que yo quiero subir…

Las supuestas infidelidades amorosas encontraron hueco en letrillas como las que siguen. Casi siempre tuvieron que ver con sucedidos ocurridos a personas concretas de la localidad, a las que nunca se les nombra pero que todo el mundo sabía bien de quién se trataba:

“Bartolo venía de arar

y no cabía por la puerta,

y su madre le decía:

¡Agacha la cornamenta!

Estribillo:

Bartolo que te pilla el toro,

Bartolo que te va a pillar.

Si no te pilla de noche,

te pilla de madrugá.

“Anda y le dices

a aquel que está en la esquina

que se le está derramando la gasolina.

Anda y le dices

a aquel con disimulo,

que tiene los calzones anchos del culo.

Anda y vete con el tiempo,

Que el tiempo te dará el pago.

Que el tiempo también arregla

lo que está “desarreglao”.

 “Vamos a contar un caso

que todos lo presenciamos:

que por causa de dos niñas

quieren subir el tabaco.

Caminito de la fuente,

con sus novios paseando,

con su cigarro en la boca,

¡vaya dos niñas fumando!.

Y el de la boina no tiene rabo

porque la costurera

se lo ha cortado

Estribillo:

El de la boina, sí;

el de la boina, no.

El de la boina es un maricón”.

Marmolejo desde el Camino del Medio. Óleo de Robles.

El de la gorra de cuadros

si no lo sangran se muere

porque la dicho la novia,

tres veces que no lo quiere,

Tres veces que no lo quiere,

tres veces que lo ha querío.

El de la gorra de cuadros,

Es un tío esaborío.

¡Adiós morena! ¡adiós!

Me voy a pelear.

Si no me das el sí,

otra me lo dará.

-¡Ay!, si que te lo has creído,

que te lo voy a decir.

Pero ya te lo digo:

-me vas a decir que sí.